Nos cuesta pensar estratégicamente. En el equipo sabemos que es importante y que una estrategia bien formulada nos ayudaría mucho, pero no la tenemos.
La estrategia requiere discurso, colaboración, contemplación y pensamiento crítico. Requiere tiempo y espacio. Lamentablemente, el tiempo para pensar (solo y en conjunto) escasea siempre.
De nuevo, cada vez, nos enfrentamos a la semana, al mes o al semestre como si solo pudiéramos prestar atención al plato de comida que tenemos delante y no al menú completo que queda por servirse, así que no nos dosificamos, no sabemos cuánto queda ni cuánto debemos comer para no quedarnos con hambre ni saciarnos del todo.
El sistema en el que estamos no incentiva el pensamiento estratégico, no está construido para pensar ni anteponerse, sino para ser reactivo. A menudo es cuestión de salvar el día.
Una estrategia es una sucesión de acciones, de próximos pasos orientados a un objetivo, por lo que si solo puedo fijar mi atención en el siguiente correo urgente, en la próxima reunión, en el próximo hito, no puedo dedicar tiempo a esas acciones, que son lo que da sentido a una estrategia.
Una búsqueda rápida sobre estrategia nos devuelve más pilares que un templo griego. Estos pilares sustentan un techo, la estrategia, ahí no vemos procesos, comunicación ni nada.
Esto es un problema, porque cada uno interpretamos nuestros pilares a nuestra manera. Algunos piensan que una visión, un objetivo, una misión es todo lo que necesitamos, pero sin unas acciones, sin un camino, solo tenemos templos griegos.
Principios, guías y acciones
En el área del cliente donde estoy tenemos objetivos, pero no una forma explícita para alcanzarlos. Sí, tenemos infinidad de roadmaps, story mappings, hasta gantt, de todo, vamos, pero eso son solo mapas y nada más, no una estrategia.
Sé que algunos pensarán que es por pura incompetencia, pero estamos inmersos en un ecosistema que no nos deja tiempo, que nos agota, donde lo inmediato roba toda nuestra atención. Nuestro equipo se comunica dentro de una maraña de relaciones jerárquicas que bebe de los mismos problemas que nosotros, un cambio local improvisado provocaría conflicto y eso también nos previene de accionar cambios. Tenemos miedo.
Nos hemos dado cuenta de que la estrategia y las acciones surgen de la comunicación del equipo y el pensamiento individual. Sin las dos cosas no llegamos por separado a nada porque el día a día nos devora, pero si hablamos entre nosotros, compartimos nuestros temores y las pequeñas soluciones, estamos formulando acciones sencillas para avanzar hacia nuestro objetivo local y humilde.
Dwight D. Eisenhower dijo:
«Los planes son inútiles, pero la planificación lo es todo».
Los planes no resisten la realidad porque no podemos contemplar todos los factores. Si pudiéramos modelar todas las leyes físicas que intervienen en la naturaleza podríamos hacer predicciones sin conjeturas, por ejemplo , saber siempre el número que va a tocar en la ruleta.
Los planes son estáticos, la planificación es el proceso constante de cambiar las acciones para cumplir el fin propuesto. Acciones plausibles y ejecutables, no planes infalibles. Un proceso de comunicación, de planificación constante, pero sin pensar solo en el largo plazo. Sabemos muy bien que los planes se desvían de lo previsto el primer día, debemos volver a darle vueltas, a hablar y buscar acciones, pequeños pasos.
Resulta imprescindible discutir sobre los fundamentos básicos del equipo, el sistema operativo o los cimientos, por llamarlo de alguna manera. Establecer principios y guías que ayuden a marcar líneas comunes de comportamiento y que sirvan de continente a las acciones. Así rompemos estereotipos y malas prácticas, vicios que sin darnos siquiera cuenta nublan nuestra capacidad de pensamiento crítico. Somos capaces de saber cómo se espera que nos comportemos todos, de forma consistente, y esto es ideal para lo que ya estamos y para los nuevos compañeros que se incorporan; por ejemplo, antes de comenzar una tarea hablarla entre todos para comprobar que no existen dependencias o bloqueos internos.
Reflexionar y compartir, dentro del marco de nuestros fundamentos, ayuda a desarrollar en todos las habilidades críticas necesarias para el pensamiento estratégico. Es sorprendente lo rápido que se puede aprender con una buena comunicación y un deseo lúcido de mejora. Nos ayuda mucho desarrollar esta capacidad porque siempre miramos adelante, solo cambia el horizonte sobre el que lo hacemos, así que, poco a poco, colaboramos juntos en la siguiente acción, en el próximo paso. Una estrategia accionable, sin plan, pero planificada.
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